domingo, 23 de febrero de 2014

Vivir y Velar

Un hombre velaba el sueño de un niño, centinela atento a cualquier gesto, a cualquier movimiento… vigilante de su respiración, por suave que fuera el ronquido. Y al hacerlo saltaba y saltaba entre las escenas de los sueños que el infante alimentaba con sus experiencias cotidianas. Y velando, velando el leal velador se percató de que los paisajes recorridos perdían inocencia, luz, color… Y ya ha pasado tanto tiempo que no sabemos si los sueños velados son los del niño ya hombre o del, otrora centinela, hombre que velando envejeció.

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