martes, 25 de febrero de 2014

Explicación del relato "A - Ha - Hab"



Algunos me habéis comentado lo extraño del microrrelato “A – Ha – Hab” que publiqué días atrás. La cosa no tiene mayor misterio: es un ejercicio literario de reconstrucción integral de la famosa novela “Moby Dick”, de Herman Melville (Hellmans no… eso es la mayonesa). El título es un homenaje al Capitán Ahab, que a pesar de ser el protagonista no aparece hasta la mitad de la novela (669 páginas) y encima es cojo y muere… que ya es mala pata. El cuerpo central del relato se compone de dos partes bien diferenciadas. En primer lugar la frase, lapidaria en mi opinión, “Llamadme Ismael”: es la frase con la que Melville da comienzo a su novela y en la literatura estadounidense es equivalente a nuestro “En un lugar de La Mancha…”, esto es, un frase que de modo inmediato nos trae a la mente toda una novela. Ciertamente la mayoría de los estadounidenses no han leído “Moby Dick”… como tampoco nosotros “El Quijote”… En cuanto a la segunda parte o desenlace (“O no”) supone una ruptura radical en relación al texto original…. Y no solo porque obvia los todos elementos redundantes que Melville incluyó en su novela, sino porque plantea un desenlace dialéctico. Sí: negación es afirmación, como afirmación es negación. No sé, creo que sí… o no. A lo que hay que unir, por qué no decirlo, el brillante dramatismo que aportar los puntos suspensivos finales.

Intrusismo profesional

Un hombre picó a una serpiente. El reptil, retorciéndose de dolor, trató de succionar el veneno de la herida. Todo en vano: extenuada por el esfuerzo inútil de succión, nada pudo contra el salvaje ataque y murió. En los funerales, su viuda comentaba a sus allegados la mala suerte del finado: ¡ ir a tropezarse en medio del inmenso desierto precisamente con un humano… el más peligroso de los animales!.

lunes, 24 de febrero de 2014

PROFESIONALIDAD

Le dispararon. Pero la bala no llegaba, no llegaba. Harto de esperar fue al bar. Bebió. Fumó. Consultó nuevamente el horóscopo en el periódico. Sí, lo que había leído a primera hora de la mañana era correcto: “Hoy morirá de un disparo”. Pagó. Hizo la compra. La llevó a casa y puso ordenadamente cada cosa en su sitio. Volvió al punto de partida. Se colocó en el sitio exacto, en la misma posición. La bala llegó al fin pero sólo le rozó la manga de la chaqueta, sin riesgo alguno para su vida. Decepcionado retornó a su hogar y entre dientes maldijo: “¡Fíese ud de los horóscopos!”.

domingo, 23 de febrero de 2014

RECRIMINACIÓN

Sinceramente,con el dineral que he invertido en este proceso judicial creo que merecía una sentencia mejor: ésta está llena de faltas de ortografía.

No te preocupes: recurriremos.

¿Al Supremo?

No, a la Real Academia.

A- HA – HAB !!

Llamadme Ismael. O no…

Vivir y Velar

Un hombre velaba el sueño de un niño, centinela atento a cualquier gesto, a cualquier movimiento… vigilante de su respiración, por suave que fuera el ronquido. Y al hacerlo saltaba y saltaba entre las escenas de los sueños que el infante alimentaba con sus experiencias cotidianas. Y velando, velando el leal velador se percató de que los paisajes recorridos perdían inocencia, luz, color… Y ya ha pasado tanto tiempo que no sabemos si los sueños velados son los del niño ya hombre o del, otrora centinela, hombre que velando envejeció.

Suplantar a Borges.

Me contrataron para suplantar a Borges, al mismísimo Jorge Luis Borges. La idea de sustituirlo ya hubiera sido descabellada… pero suplantarlo… Una idea aún más descabellada teniendo en cuenta que entre Borges y yo no hay parecido físico alguno y que, para colmo de males, el tipo lleva más de quince años muerto y enterrado.

Corrupción

Un hombre se moría. Y tenía miedo. Pero no se moría de algo concreto, de ningún mal diagnosticado. Se moría, como la mayoría, de haber nacido. Y para mitigar el miedo a la muerte comenzó a leer de forma compulsiva. Y no bien se acercaba a las últimas páginas de un libro ya había comprado otro. Y cada vez más voluminosos. Y cada vez más importantes. Como si la Muerte fuera a pasar de largo al encontrarse con un hombre atareado. Y así, lo que al principio era una inigualable fuente de paz y placer, se tornó un trabajo gris, pesado. Logró sin pretenderlo corromper el gozo de la literatura. Y el hombre, que se seguía muriendo y seguía teniendo miedo, dejó de leer y comenzó a escribir. Y ahí sigue, escribiendo textos cada vez más extensos y sesudos, para no recordar que se muere…

Comenzamos...

Queda inaugurado el blog literario de José Francisco Bellod Redondo